jueves, noviembre 08, 2007

NO ES FÁCIL SER HUMANO

Hace dos sábados estaba demasiado deprimida como para salir a ningún lado, leí un libro que cada vez me gusta más, y luego solo la tele… Anónimos, ese fue el nombre de la película que vi, increíblemente rara y buena, las dos cosas que me gustaron:
1. Bob Dylan actúa en esa genialidad, y es el personaje principal llamado Jack Fate,
2. Los diálogos de los personajes con los que se encontraba y los suyos eran estrofas de sus canciones. “Entre más sepas, más sufrirás”
“ALGÚN DÍA VOLVERAS? Yo ya volví”

BOB DYLAN - HIGHWAY 61
Ver esa peli me hizo recuerdo a lo que alguna vez había leido sobre los sueños de Dylan, de Miguel Esquirol. Que lo reproduzco acá.

Cuando Dylan era joven, muy joven, soñaba con música. No veía imágenes, colores o formas como otras personas, en su lugar escuchaba músicas maravillosas que nadie hasta ahora había interpretado. Los sueños de Dylan eran totalmente musicales, resonando en su cabeza, en sus oídos dormidos. Pero cuando se despertaba con las últimas notas aun resonando en el aire pesado de su habitación y corría a la guitarra sólo lograba melodías inconexas, notas sueltas y carentes de vida. Cada madrugada, aferrado a su guitarra como si se tratara del cuerpo de una mujer que quiere marcharse, dejaba caer unas lágrimas de rabia por otra melodía perdida.
Robert Johnson tuvo que intercambiar su alma con el demonio en un cruce de carreteras para convertirse en un músico de Rock, un grupo de músicos malditos con el número 27 intercambiaron su propia vida por una fama a corto plazo, otros en cambio lograron esa fama volviéndose eternos, envejeciendo para siempre en la maldición de sus propios cuerpos.
Dylan habría dado lo que sea, incluso su alma, para encontrarse con un demonio en la mitad de la noche que lo liberara de su maldición, que le permitiera aunque sea una vez volver en melodías reales aquellas que soñaba.
Una madrugada, después de despegar los dedos retorcidos de la guitarra muda decidió salir a la calle, presenciar el amanecer, escuchar la música silenciosa del sol al levantarse. Pero no había dado ni cinco pasos fuera de su hogar cuando se encontró con un gorrión muerto en las escaleras. Se trataba del ave cantora por excelencia y Dylan sospechó un mal augurio.
Esa misma noche cuando regresó a su casa volvió a ver el cuerpo frágil del ave, inmóvil y silencioso. Esa noche durmió sin sueños. Falso, tuvo sueños como cualquier otra persona, con imágenes imposibles, rostros familiares que se convierten en extraños, lugares imposibles, historias sin sentido, pero no había música. Su sueño parecía una cinta a la que se le hubiera quitado la banda sonora. Cuando se despertó a la mañana siguiente entendió que había dejado de soñar música, y se quedó echado en al cama con los ojos abiertos sin saber si se enfrentaba a una maldición o a una bendición.
Por costumbre se levantó y trajo la guitarra a la cama, sus dedos pasearon sobre las cuerdas y una melodía surgió de esta. Una melodía que recordaba haber soñado hace muchos años, y ahora estaba allí, fresca como recién nacida. Intentó otra melodía y sus dedos recordaron sin problema otro sueño de su infancia, y otro. Toda la música que había soñado estaba allí, a su disposición. Sabía que se convertiría en un gran músico.
Durante muchos años, durante décadas, siguió recordando músicas soñadas de su infancia y volviéndolas himnos, haciendo que la gente llore o se estremezca, pero no volvió nunca más a soñar música. Su peor pesadilla era que un día los sueños que recordaba se terminaran.

BLOGGERS URBANDINOS

BLOGGERS URBANDINOS
en el encuentro blogger primaveral