jueves, mayo 22, 2008

LA BORRACHERA EN LA COLONIA

El siguiente relato corresponde a una selección hecha por Leonardo García Pabón (Basándose en la selección original de Gunnar Mendoza) de los Relatos de la Villa Imperial de Potosí de Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, lamentablemente hubiera querido tener acceso al texto original, pero no “tengo credencial de investigadora”, que es lo que te piden para sacar cualquier información del Archivo Y Biblioteca Nacional. En fin, tengo la Antología publicada por Plural Editores, que no deja de ser buena.

EL CASO DE UNA MUJER EMBRIAGADA
SOCORRIDA POR EL AUTOR
[1731]

FUÉRONSE CONTINUANDO las tragedias, muertes y heridas los meses de octubre y noviembre, ejecutando los hombres unos contra otros venganzas, odios y enemistades por motivos de interés, y en particular por lascivias, dando fieras puñaladas y cortando la cara de las mujeres, ocupando las noches en esta y otras ofensas de Dios, operaciones todas de la embriaguez, en que el aguardiente, introducido por el demonio y por los hombres, se ve triunfante en todas partes (y en esta Villa en particular) de las más aventajadas personas de entrambos sexos, con que se han perdido y pierden honras, créditos, vidas y haciendas.
Este maldito es contra el entendimiento porque le turba, contra la saludo porque le gasta, contra el juicio porque le priva, contra la devoción porque la apaga, contra el buen lenguaje porque le corta, contra la cortesía porque no la guarda, con el buen proceder porque son contrarios sus efectos, y contra la oración pues vemos que los santos le apartan de sí. Es también contra las obras de misericordia y piedad, y contra la limosna, que más lo quieren para aguardiente que para darla. Y últimamente digo que este vicio es contra todo género de ocupación, oficio o habilidad, pues se ha visto en los pasados tiempos, y en los nuestros vemos cuántos hombres insignes en artes y oficios se han perdido por él, y en esta Villa son muchísimos los que lastimosamente por la continuación de este vicio se ven sin estimación y sin poderse valer de su saber.
Y si esta mancha cae en hembra es de mayor daño, por ser la mujer de menos resistencia y tener más que perder y arriesgar la vida, como sucedió el día primero de noviembre de este año, que cierta señora de poca edad, bastante hermosura y nobleza, casada no ha muchos días, estando su marido en el recreo del Baño la convidaron unas disolutas forasteras a un baile, donde acudió (que no debiera), y habiéndola cargado contra su voluntad de esta infernal bebida, conociendo mediante el fin de haberla puesto así (por industria de un hombre de la Europa que pretendía gozar de su hermosura sin saberlo ella) se salió de la casa ayudándola una criada, y cayendo y levantando llegó hasta media cuadra de su casa a las 9 de la noche, donde cayó sin poder más en la tierra. La criada partió dejándola así a llamar quien la ayudase a traerla en brazos, y entretanto un perverso hombre o ladrón brevemente la desnudó dejándola aun sin la última y blanca cubierta; y al tiempo que volvía la criada con más gente llegué yo que venía a recogerme, y como me refirió el suceso acudimos todos y la hallamos de la manera que queda dicho. Ella no estaba tan privada que no pudiese dejar de decirnos que un ladrón español la había desnudado y le llevaba también un zarcillo de perlas, cuyo compañero tenía en las manos, y que estaría cerca pues en aquel punto sucedía.
Al momento partí con espada en mano la calle adelante siguiéndome dos criados, y al volver la esquina di con el ladrón que estaba envolviendo aprisa los vestidos y buscaba en el suelo el zarcillo que su dueño tenía. Tiréle un medio tajo por la cara y dejando la presa corrió la calle abajo; yo le hice el puente de plata, y el temor a él le puso alas. Volvimos a la señora y llevándole a su casa y a cama apenas estuvo en ella cuando entró su marido, que un repentino acaso le trajo a tales horas, y preguntándome cómo estaba allí cuando apenas lo veía de día un corto rato, respondíle que pasando a recogerme sentí el alboroto de sus criadas diciendo que la señora se moría. Con esto les di motivo para que sosegadas un poco llevasen adelante la disculpa.
El marido, como la quería, se abrazó de ella pero, ay dolor, al aplicar sus labios a los suyos sintió el [olor] del aguardiente, y arrebatándose furiosamente sacando un puñal le tiró un golpe sobre el pecho izquierdo, que a no embarazarle la divina piedad el brazo con la cortina quedara allí sin vida; y antes que le volviese a herir (que vituperándola de embriagada lo intentaba) acudí contra él y fue mucho quitarle el puñal, y esforzándose la señora le dijo que sólo había bebido un trago muy corto por el dolor de estómago que tenía. Lo mismo le dijeron las criadas y yo procuré sosegarlo de suerte que quedó satisfecho y aun pesaroso de la acción, dándome la razón de que bien sabía lo apoderado que estaba de hombres y mujeres aquel vicio de aguardiente, y que por esto no lo tenía en su casa ni permitía que las criadas lo probasen, y pudieran no haberle ido a comprar aquel medio real que decían pues había otros remedios para el estómago. Al fin él me trajo hasta mi casa y con muchos agradecimientos me pidió la viese pro la mañana y la desenojase, que forzosamente lo había de estar por la temeridad que había hecho con ella, y que antes de amanecer se había de volver por cierta ropa que era de contrabando. Volvióse a su casa, amoroso y arrepentido, y su mujer lo recibió cariñosa aunque llena de lágrimas, que ya estaba muy sosegada, como por la mañana fui sabedor de todo. Vean, pues, en el riesgo que la puso el aguardiente, no tomándolo de su voluntad. Dos de las perversas mujeres que la convidaron fueron presas por la justicia por sus lascivias y maldades, y algún día pagarán lo que intentaron con esta señora.


MORALEJA.- existe una para esta historia??, si se emborrachan…háganlo en su casa

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